Tributos

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Epílogo: La impulsora de un nuevo juego

Quisiera pedir perdón por no publicar, pero lo cierto es que lo hice adrede ya que los martes estoy bastante ocupada con clases mañana y tar...

lunes, 26 de septiembre de 2016

Capítulo 35: La clave es activarse.

Por fin tengo un capítulo escrito :D! Disfrutenlo! :)


Capítulo 35: La clave es activarse.




Lo primero en lo que pensó Finnick al ver su traje para la entrevista de hoy fue en el oro. Exceso de oro. Esa era la línea de este día. O tal vez exceso de amarillos, lo cierto es que no había tocado otro tipo de color desde la entrevista de Sean. La razón era todavía una desconocida para él.

– ¡Ay! ¡Amo estos juegos!–El suspiro de la susodicha hizo que el vencedor apartara la vista del espejo que reflejaba su figura con la brillante vestidura puesta. Demasiado oro, definitivamente. Sus cejas se arquearon de la sorpresa al ver a la joven de veintitrés años encargada de vestirle, lucir una espléndida melena rojiza.

– ¿Cambio de look? – Le preguntó haciendo que la chica sonriera ampliamente. – Sean no ha ganado todavía, ¿sabes? –No parecía muy contento con aquella decisión. La implicación de su estilista en los juegos rozaba la obsesión. Cuando él ganó apareció con unas lentillas a juego con sus ojos. Fue la primera de muchas fans, solo que ella era sincera…

– ¡Oh! ¡Callaté aguafiestas! Me crucé con Jared al venir y a él le encantó. – Se plantó ante el espejo un segundo en seña de burla. – ¿En serio? ¿No te parece que el rojo es mi color?–Finnick, rodó los ojos, hoy no estaba para bromas. Debía convencer a miles de espectadores de que Sean y Nolan tenían una estrategia de la que no sabía nada. Desvió la mirada hacia la pantalla del televisor, ya eternamente encendido. El día tres estaba tranquilo: Nolan descansaba después de tratar su moratón con un regalo que le había mandado. Estaba tenue y, por la carrera que había emprendido después, ya no le dolía. Esperaba que comprendiera el mensaje incluido, ese “sigue jugando”. Tenía un plan para que todo resultara creíble, más solo podía funcionar si Nolan se orientaba un poco hacía la línea de Sean. En cuanto a su brazo, el chico había sorprendido a la audiencia con un buen torniquete que paró la hemorragia. Todavía tenía el alcohol y algo de agua, así que limpiarlo y desinfectarlo, después, no fue difícil. La herida estaba cosida y tapada por un vendaje casero, que había hecho con lo que poco que tenía a mano. Más dado su estado el vencedor no le auguraba una rápida recuperación. La chica del nueve batallaba con el del siete en un improvisado entrenamiento. Su arma era un pequeño látigo que había conseguido en la Cornucopia, la de él uno de los cuchillos del chico del doce. Y era sorprendente el poco tiempo que tardaba en derrotarla a cada ocasión. Blight podía sentirse afortunado este año: Jack era muy buen tributo.

En cuanto a la alianza primaria, Giannira se movía mientras dormía, parecía angustiada. Cuando un grito se le escapó, despertando a Robin que se hallaba en una de las tiendas contiguas, Sean penetró en su tienda.

Lyra negó con la cabeza observándoles, no le terminaba de gustar la actitud del chico desde que entró en la arena. Era como si ya no tuviera límites. Algo de lo que ella no podía evitar pensar lo peor.
Y Finnick con esa actitud tan cautelosa y vigilante no contribuía a mejorarlo.

– Ya me parecía extraño que aceptases su participación en la caza sin rechistar. – Robin habló justo en el momento en que Sean sostenía la mano de la chica, calmándola un poco.–¿Me puedes explicar a qué jugáis los dos? El espectáculo de anoche no me ha gustado nada. Sean se encogió de hombros con una pose despreocupada.

– No veo porque tenía que hacerlo. – Dijo simplemente. – No lo hice por ti.–La estilista sofocó una carcajada. – Podemos hablar afuera, si quieres.–Robin le fulminó con la mirada pero asintió. Los segundos se hicieron eternos mientras los chicos salían afuera. Pero lo más eterno fue la espera hasta que Sean se dignó a hablar.

– Y bien, ¿a qué crees que estamos jugando?–Los ojos del chico del dos se abrieron en sorpresa e indignación, mientras que el otro chico sonreía desafiándolo. Viéndolos Finnick hacía todo lo posible por no sonreír, poco a poco Sean se estaba mostrando como realmente era. Y aquello podía ser todo menos bueno.

– Si lo supiera no te lo estaría preguntando, ¿no crees?–La única respuesta de Sean fue un ensanchamiento de sonrisa. Estaba jugando con él, lo hacía con todos un poco. Pero hasta ahora no lo había hecho de forma tan obvia. – ¿Sabes? Yo te creía más responsable. Tu mentor está arriesgando mucho por ti ahí arriba. Mientras que tú te pasas el tiempo jugando con recuerdos. No eres él único que presenció los juegos de Ennobaria. Todo Panem lo hizo, y no creo que todos aprecien tus “tributos”– Enfatizó la palabra con evidente resentimiento. – ¿A qué juegas Sean? –No hubo respuesta, pero sí una sentencia.

– No importa, tarde o temprano lo descubriré. Y entonces estarás acabado. –Con esas palabras Robin se encaminó de vuelta a su tienda. Sean, sin embargo, no lucía siquiera inquieto.

– ¡No prometas lo que no puedas cumplir Robin!–Se burló todavía sonriente. Finnick negó con la cabeza al ver que Lyra reía.

– ¡Oh vamos, no me niegues que ha sido divertido! –Exclamó. –Si los juegos fueran un dibujo animado la cara de Robin se habría puesto de todos los colores ¡Tu chico es de oro Finnick!–Era en estos momentos en que él podía apreciar su faceta más Capitolina, y no le culminaba de gustar.

– Hablando de colores, ¿podrías explicarme de qué fue el juego de la entrevista? ¿Rojo y amarillo? ¿En serio?– Intentó ser sarcástico, a la par que criticaba el brillo amarillo de su traje de entonces, cuando Sean lo abrazó. Ella río de forma muy inocente.

– ¿No es evidente? –Inquirió. – Fuego y electricidad. Los elementos más peligrosos de una tormenta.–El vencedor la observó como si no la reconociera.

– Técnicamente las tormentas no contienen fuego. – Precisó.

– Pero los rayos cayendo en los lugares adecuados sí. – Aseguró ella con una sonrisa maliciosa. – Hazme caso. Sean y tú sois como la tormenta perfecta ¡Haríais furor en el Capitolio!–La respuesta de Finnick fue un fruncimiento de ceño, a la par que observaba a su tributo hacer guardia como si nada hubiera ocurrido.

– Depende de lo que entiendas por furor.–Sentenció.


Sus ataques son muy horizontales pero previsibles. Es obvio que solo practicó unos días con el látigo. No lo controla bien.” Jack reflexionaba mientras cortaba el ataque de Maika con uno vertical. No pudiendo tocar el hacha en casi todo el entrenamiento y ahora en la arena tampoco, tuvo que aprender a manejar algo sencillo, como un cuchillo. Pero su mejor dote como siempre era la observación atenta de las acciones de su enemigo. Ella se echó hacia atrás evitando su golpe, estaba cogiendo práctica poco a poco. Había sido buena idea la de adiestrarse antes de salir de la cueva, y de paso podían aprovechar para diseñar un plan.

Pero seguía atacando con demasiado furor. Sin pensar siquiera, le permitía vencer de forma especialmente rápida.

– ¿A cuanto crees que está de lejos la pradera?–Inquirió Cris observándolos, tenía prisa por encontrar una salida al exterior, necesitaba saber si Nolan seguía con vida. Y si sí, luchar por encontrarlo a tiempo.

– No sabría decirte ahora mismo, pero cuando las vi desde el árbol estas cuevas no parecían muy largas. Quizás nos falten uno o dos cortos túneles solo. No sé a cuanta distancia se ubica la entrada que usamos. – Maika intentó aprovechar la distracción para agarrar su arma, pero él enseguida retomó el control, tirando de su cuchillo tanto que ella temió que su látigo se rompiera en la batalla. Tuvieron entonces que dejarlo en empate.

– ¿Para qué os interesa la pradera? –Preguntó. –Aquí estamos seguros.

–Veneno. –Contestó simplemente Jack. –No encontré casi ninguna de las plantas que vi en la estación en el bosque, y aquí no parece haber vegetación. Así que creo que si hay algo es allá. Necesito una ayuda para vencer. Con Sean del lado de los profesionales ya no tengo la ventaja de conocer los ataques de cada tributo. – Explicó. Ella asintió.

– Sí, es totalmente imprevisible.

– No es por distraer vuestra atención pero he visto que casi no conseguiste mochilas ¿estás cazando?–La chica del distrito ocho se animó a abrir la boca, ella la miró como si fuera una idiota pero terminó por asentir.

– Hay unos cuantos roedores viviendo por acá, además de las luciérnagas. Saqué unas botellas de agua de la cornupocia y hago fuego para guiarme. No es que sea un plan brillante pero cuando cuatro mató a mi hermano no pensé mucho antes de huir. – Annabelle hizo una mueca al oír eso último. Realmente era una desgracia que seleccionasen miembros de una misma familia. Obligar a sus padres a elegir…

– Debes de querer vengarlo, entonces. – Intuyó Jack. – Por eso quieres aliarte conmigo.

– No. – Contestó ella acercándose al rincón donde permanecían sentados Cris y Annabelle. – La única razón por la que quiero unirme a ti es por vencer. A estas alturas gran parte del capitolio, y seguramente otros tributos, deben intuir que no soy especialmente lista y demasiado ofensiva. Aliándome con alguien que es todo lo contrario palio mis debilidades. A la par que lucho por brindarle esperanza a mis padres, que esperan al menos tener un hijo de vuelta. Es tan simple como eso.–Inicialmente al ver caer su hermano en el baño sintió ira a la par que tristeza. Sin embargo, ya desde que sus dos nombres fueron nombrados tanto ella como su hermano sabían que solo uno volvería. Enfurecerse no iba a cambiar las cosas.

– En fin. – Añadió, mientras hacía recuento de sus provisiones conjuntas. – Vayamos o no a la pradera necesitamos un plan, me niego a quedarme aquí parada esperando a que me maten.

Jack no podía más que coincidir con ella, él también necesitaba activarse un poco.


Los pasos de los robots se oían próximos desde detrás del cuerno de la Cornucopia. Gema le sostuvo la mano, parecía increíble, y sin embargo Evans tuvo la sensación de ver miedo en sus ojos. No sabía cuanto tiempo aguantaría la respiración pero tampoco necesitó más. Después de unos cuantos ruidos de batalla, agudos gritos, y un golpe seco, los pasos volvieron a hacerse lejanos de nuevo…

Fueron los primeros en salir de su escondite, junto al chico del distrito cuatro. El chico del dos yacía sentado, herido en un hombro mientras observaba una figura inconsciente. Su aliada, la chica del distrito cuatro, Cora. Su compañero de distrito ahogó un grito al verla en ese estadio y acudió junto a ella.

No entiendo porque lo hicieron. Somos profesionales, ¡deberían ayudarnos a matar!–Grito el chico del distrito dos, se hallaba enfadado y frustrado, llevaban demasiado tiempo en esta arena, jugando al gato y el ratón entre la inconstante niebla. Y aquello era demasiado hasta para los profesionales. Ahora mismo su compañera de distrito arriesgaba la vida por alejar a esos malditos robots, yendo a buscar el tributo faltante, aunque no supiera vencerle… Estaban en una situación límite y si no querían acabar muertos entre las manos de esos sangrientos robots debían activarse.

De nada servirá que increpes a los vigilantes, Ewen. –Tomó la palabra Gema, con templanza, y se acercó a la chica del distrito cuatro. – ¿Cómo está?–Su compañero la observó sorprendido, más contestó.

Todavía tiene pulso. Aunque su cabeza sangra mucho. No sé si pedirle algo a Mags para curarla o…

Dudo mucho que puedan darte gran cosa. –Le interrumpió, Evans. –A estás alturas del juego todo es demasiado caro. Lo siento Noah. –El chico sacudió la cabeza agitando suavemente su pelo castaño.

No importa. Solo puede sobrevivir uno de todos modos. –Susurrándole algo a la chica, se permitió clavarle una daga y resonó un sonido fuerte. Dos cañonazos al mismo tiempo. – Vayamos a descansar, mejor. Mañana acabaremos este juego.

Y así se hizo pero a la noche, no al día siguiente, el grito de Gema fue la puerta a la última noche ensangrentada de los quincuagésimo terceros juegos del hambre...

–¡Evans!–La alta voz de Cashmere sacó al vencedor de su ensoñación. – ¿Estás aquí? Va a comenzar.–Confundido Evans levantó la vista hacia la pantalla, hace ya unos días que no se perdía con tanta frecuencia. En unas horas los profesionales se reunirían para comer y después de algunas patrullas cortas vendría el momento de salir para Sean, Robin y Giannira. Cynthia y William se quedarían en la Cornucopia con Miller. Al principio al hombre no le había parecido un plan adecuado, a pesar de que su tributo todavía tardaría un día, como mínimo, en poder mover su brazo con efectividad. Más después de presenciar la discusión de Sean y Robin, entre el resumen de la jornada, dejó de sospechar de que el primero lograra algo imprevisto. No importaba lo que dijera Finnick Odair en esa dichosa entrevista conjunta.

– ¿Como están los demás? – Le susurró a su compañera mentora. En la pantalla Caesar seguía con los preliminares antes del espectáculo de hoy, para el cual los vigilantes habían planeado un tiempo más de la tranquilidad para los tributos. Sin muertes ni maniobras de encuentro. Era lo máximo que podían hacer para que los capitolinos no perdiesen detalles del evento. Al fin y al cabo, no era habitual que los mentores aliados concediesen entrevistas nada más descubierto el plan de alianza de sus tributos. Ignoraba de cual de los dos había sido la idea, pero sin duda era una maniobra ingeniosa.

– Estables. Nolan sigue descansando, aunque según los informes de Caesar no tardará mucho en despertarse. No estuvo dirigiéndose a la Cornucopia sino a las cuevas, es posible que busque allí a sus aliados. Siendo lo de Sean un engaño como otro, motivado por las condiciones de los tributos. No creo que pueda mover su brazo en un tiempo, aunque siendo ambidiestro no le causará problema. Los demás tributos recorren las cuevas, pero mientras que el chico del distrito cinco va en busca de algo que le pueda ser útil. La alianza del del siete sigue en busca de una entrada a la pradera. Creo que están un poco tensos, también, aunque quizás sea porque todavía no saben nada de Nolan y desde la cueva no pueden saber quién murió. William duerme bastante tranquilo, al contrario de Cynthia que recién despierta. En cuanto a Sean, está dibujando algo en un bloc de notas que tenía en su mochila, debió cogerlo de las múltiples cosas que había en la Cornucopia. Por los trazos diría que es un mapa de la arena. Robin intenta espiarlo mientras hace inventario para su próxima caza, pero no está consiguiendo nada. Y Miller y Giannira patrullan por los alrededores de la Cornucopia. Cada una por su lado, obviamente.–Respondió ella. Su mirada seguía con curiosidad el camino del chico del cinco, parecía el más propenso a descubrir algo que los demás no, ¿qué sería? No tuvo tiempo de averiguarlo ya que enseguida Evans le dió un codazo desde la mesa en donde se hallaban sentados, observando la entrevista; instándola a atender las palabras de Caesar.


– Amistad, uno de los elementos que más escasea de los juegos, y sin embargo nunca tan presente como en estos. No solo es lo que liga uno de nuestros tributos con nuestro más reciente vencedor, sino también lo que liga estos dos jóvenes que se hayan ante mí esta mañana. Jared, Finnick, buenos días.

– Buenos días Caesar. – Dijo solemnemente Jared mientras que Finnick Odair se contentó de sonreír nerviosamente a la par que repetía sus palabras. –Gracias por recibirnos.

–Gracias a vosotros por concedernos esta tan temprana entrevista. Realmente estamos anonadados, ¿sabéis? Sean y Nolan. Nolan y Sean. Un profesional con un tributo del distrito ocho ¿Novedoso verdad? No tienen nada en común, al igual que nuestro querido vencedor y su tributo. Finnick, ¿como se te ocurrió aquella alianza?–Desde su posición Evans podía observar que el chico de pelo cobrizo mal ocultaba su boca tras las manos, como si riera por lo bajo.

– En realidad no se me ocurrió a mí solo. Simplemente necesitaba ayuda. Es mi primer año como mentor y todavía no comprendo muy bien como funciona todo.

– No hace falta que lo jure. – Pareció criticarlo Brutus desde su mesa. Llevaba bastante malhumorado desde que el juego de Sean y Nolan se hizo público. A Ennobaria le parecía divertido, a él no. Más ella no estaba en la sala de mentores, en este preciso momento.

– Jared y yo nos conocemos desde mi victoria. En su momento me prometió que siempre podría contar con su ayuda. No mintió. Nada más pude reunirme con él busqué su consejo y me lo dió. Ayudándome a llevar el apoyo a Sean como mejor podía. No es que planeara aliarme con él desde el inicio, pero finalmente una cosa llevó a la otra.–Se encogió de hombros culminando de hablar con una pequeña sonrisa. Jared pareció entonces ver que le convenía continuar y así hizo.

– Escuché rumores entre los otros mentores, Blight intentaba hablar con Brutus y Evans, buscando un hueco para su tributo entre los profesionales. Y dada la casualidad de que él y Sean manejaban el mismo tipo de arma me preocupaba que él fuese perjudicado. Nolan es un tributo complicado, pero leal como ninguno, además de hábil. Una alternativa de no haberse quedado Sean Kingsley en la alianza primaria. Sin embargo, una vez cerrada la alianza de profesionales no vi razón para anular la alianza. Era algo que les favorecería a ambos, y podía dar más de una sorpresa, un aliado seguro en la alianza contraria. Al menos hasta anoche.

– Sí, desde luego aquello fue una total sorpresa. –Rió Caesar.– Todos quedamos sorprendidos con el espectáculo que dió Sean. De hecho, me veo obligado a preguntartelo Finnick, ¿tu tributo es muy rencoroso?–El aludido rió.

–Simplemente le gusta divertirse. Los retos, sabe muchas técnicas de combate que no siempre pueden ponerse en práctica. Y entonces estando ante ese lobo llegó el momento y se emocionó. Tan sencillo como eso.

– ¡Desde luego que si! Es entendible.–Caesar estuvo de acuerdo.– Jared, tu tributo se haya separado de su grupo y la cacería de los profesionales será al anochecer ¿Crees que hay posibilidad de otro encuentro, entonces? ¿Qué crees que haría Nolan, de ser así? ¿Hay posibilidad de que se enfrenten a pesar de este acuerdo mutuo?–Los puños de Dalila se cerraron con fuerza mientras seguía observándolos.

– Tiene coraje. –Susurró. Nunca había estado de parte de esta alianza, el chico del ocho era un rebelde y un desafiante, más ni Sean ni su mentor le hicieron caso.

– Evidentemente, Caesar. Quiero creer que se evitarán mutuamente hasta que se reduzcan lo suficiente los tributos. Es lo que acordamos. Pero en caso de que se crucen la alianza primaria tiene superioridad numérica. Sería una locura que intentara disgregar el grupo, sabiendo que no cambiarán las tornas para él.

– Las cuales no son muy favorables, por cierto. Tiene una herida bastante grave… – La entrevista giró en torno ya a las características de cada tributo, y en que favorecerían estas a una alianza conjunto. Finnick y Jared eran bastante informadores pero a la vez no decían nada importante. Cashmere enseguida se desentendió buscando las cuevas en su pantalla de los juegos, ya que la central no hacía más que transmitir la entrevista. A simple vista no parecía haber nada llamativo, pero si había algo que había aprendido viendo juego tras juego en su entrenamiento profesional, era que raramente el Capitolio libraba a los tributos en zonas vacías de todo. Siempre había algo, ya fuese trampas para hacer el juego más interesante, o provisiones para atraer a los tributos a enfrentarse. A veces, incluso las dos cosas. Evans por su parte dividía su atención entre la entrevista y la pantalla que mostraba a los profesionales. Finalmente se inclinó hacia ella y le preguntó.

–Tú que estuviste presente entonces, ¿lo crees?–Señaló a Finnick, desconfiado. Ella tardó un momento en advertir que Sean era de nuevo el tema principal y su rostro se ensombreció un poco.

– Quiero hacerlo. Pero aquel día, durante la batalla y después...–Se quedó callada observando al tranquilo Sean, y su voz se convirtió en un susurro. – Hay algo en él, en su mirada. No sé que es pero no me gusta. – Evans también lo observó arqueando una ceja, intentando rememorar todas las veces que había tenido ocasión de verlo en acción. Había comenzado con cierta resignación, como cualquier tributo profesional no sádico, sin embargo después cambió, ¿o no? Evans no sabía explicarlo tampoco, era como si el chico del cuatro reaccionase de distinta manera según su enemigo. Quizás tuviese razón Caesar, y Sean fuese realmente rencoroso además de impulsivo, más eso no explicaba el hecho de que se pasase los juegos provocando a Jack. Asintió.

– No entiendo porque le dan tanta bola, ¡no es más que un cristal!– La protesta de Brutus les hizo virar la mirada hacia la pantalla central, donde el chico del distrito cinco giraba un pedazo de cristal, caído de un muro al que le había estado lanzando piedras, entre sus manos. Caesar había interrumpido la entrevista, nada más le avisaron de que ocurría algo, y ahora parecía más interesado en la pantalla del plató que en Finnick Odair. El cual observaba al chico del cinco sorprendido.

–Vaya, vaya, vaya. Parece que al final lo ha encontrado Radón. Es curioso, desde que Sean comunicó su lugar de patrulla Claudis y yo apostamos que lo haría él ¿Podrá descubrir su secreto también?–Por un momento el vencedor del distrito cuatro pareció con la mirada perdida, pero cuando Jared se le acercó negó con la cabeza a su pregunta no articulada. Y los vencedores y Caesar pasaron entonces a comentar lo recién ocurrido, antes de culminar la entrevista. Cashmere seguía atendiendo intrigada la conversación, más no conseguía nada sobre que había descubierto el chico del cinco. Caesar parecía querer llevarse el secreto a la tumba, ni siquiera las siempre inteligentes preguntas de Jared funcionaban. Evans también miraba la pantalla central, pero su atención no estaba en Caesar sino en Finnick. En la impresión que daba de saber algo más…

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