Capítulo 19: Entrevistas y sentimientos. Parte 1
—Enhorabuena
Miller, debo decir que estás realmente aterradora. —Ella sonrió
complacida. El vestido de la profesional era un palabra de honor rojo
intenso y escotado que casi parecía estar hecho a base de sangre,
Cynthia no podía dejar de mirarlo, le daba miedo. Al igual que la
profesional que en estos momentos se hallaba ahí arriba sonriendo
como si esto le gustase realmente.
No pudo evitar
pensar que William había reaccionado de igual modo, pero lo suyo
bien podía ser una actuación. Sabía que él no era malo realmente,
si lo fuera no se hubiera presentado voluntario por ella. Quiso
pedirle perdón a él por actuar así, pero tenía razón no podía
evitar sentir por más que quisiese. Y ahora mismo lo que sentía no
era calidez, como siempre que estaba con William, era dolor. Cada vez
que cruzaba la mirada con Nolan sentía como si su corazón se
estuviese rompiendo en pedazos, y dolía, dolía demasiado como para
prestar atención a nada más. No comprendía por qué le pasaba
esto, solo conocía al chico de unos días y no en el mejor lugar.
Vio que
William suspiraba hastiado, entendía porque lo hacía, se estaba
comportando como una desagradecida en estos juegos y no podía hacer
eso. Pero seguía teniendo ganas de encerrarse en su habitación y
llorar hasta que acabase esta pesadilla. Quizás William tuviese
razón y necesitase salir de los juegos, la estaban destrozando, y
eso que apenas acababan de empezar.
William apartó
la mirada de Cynthia rápidamente, no podía seguir soportando su
mirada de dolor, le hacía sentirse horrible cuando todo esto que
hacía era por ella, por sacarla de la arena tal cual era. Buena,
delicada, sensible, pura, tal como la quería.
Decidió coger
coraje y levantar la vista hacia Miller, al fin y al cabo sus
mentores les habían dicho que prestasen atención a las entrevistas
un poco. Necesitaba saber la técnica de Miller en estos juegos,
aunque dudaba mucho que la profesional fuese tan estúpida como para
decírsela. El presentador le estaba preguntando por qué se había
presentado voluntaria a los juegos del hambre.
—Por
venganza—Dijo la chica, sin dudar, y William pestañeó
sorprendido, Miller y él se parecían demasiado. —Hace poco más
de un año había un chico, un chico al que amaba al igual que los
chicos del uno se aman en estos juegos. Nos amábamos desde la
infancia y se sentía bien. —El público suspiró comprensivo y
emocionado, definitivamente, les encantaban los tributos enamorados
en estos juegos.
—¿Que le
pasó? —Quiso saber Caesar, aunque él ya intuía la respuesta.
—Salió
elegido en los Sexagésimo Quintos Juegos del hambre y Finnick Odair
lo mató. —Declaró ella y ahí William se tapó la boca afectado,
para luego observar a Cynthia que se hallaba tan sorprendida como él.
Nunca se había
imaginado que la chica del distrito dos hubiese perdido a su amor en
los juegos pasados, al igual que él había perdido a su hermana y no
pudo evitar pensar que si no fuese por Cynthia, si ella no le hubiese
hecho ver la bondad y el arrepentimiento en el rostro de Finnick,
después de que intentase lanzarse sobre él en la gira de la
Victoria, él también habría acabado presentándose voluntario de
todos modos. Sí, definitivamente, Miller y él se parecían
demasiado en estos juegos.
—No la
admires William. —Le susurró Cynthia crítica. —Finnick Odair no
es asesino, sino un superviviente. Al igual que todos los tributos
que ganan los juegos.
—Lo sé.
—Susurró y agachó la cabeza, decidiendo no mirar a Miller más.
Cynthia tenía razón, no podía, simplemente, volver a odiar a
Finnick por querer volver a casa. No era lógico. Aparte, él
seguramente iba a matar a muchos hermanos y amantes en estos juegos,
y no le gustaría que odiasen a Cynthia por sus actos.
La entrevista
de Robin se sucedió rápidamente, el chico del dos solo se sentía
orgulloso de representar a su distrito e iba a ganar por conseguir
gloria y fama. A Cynthia no pudo evitar parecer-le demasiado
superficial, mientras que William vio, indignado, como el presentador
le daba la razón en que su nota era simplemente un error de cálculo
y realmente se merecía como mínimo un diez. Ni que los vigilantes
fueran idiotas, de verdad, ese chico le sacaba de quicio. Debería
aprender a aceptar su fallos, no culpar a otros de ellos.
—¿Por qué
lo apoyan? —Le susurró a Cynthia, enrabiado, ella se rió.
—Porque él
y Miller son los perritos falderos del Capitolio. —Comentó algo
despreciativa.—Cuando no salen elegidos en los juegos les sirven de
agentes de la paz, ¿no lo recuerdas?—Él asintió mientras seguía
atendiendo. Robin tenía una actitud firme y decidida, si no fuera
porque se pasaba los juegos comportándose como si fuese el mejor de
todos, y por ello tuviese derecho a hacer lo que quisiese, hasta le
caería bien.
—¿No te
costaría mucho matar-le, verdad?—preguntó Cynthia, él
simplemente se rió.
—Creo que
hasta me sentiría feliz de hacerlo, es un idiota. El mundo estaría
mejor sin él—Comentó simplemente mientras el chico bajaba de su
entrevista y subía la chica del tres, era una chica poco agraciada
de gafas que tartamudeaba seguido. El chico, en cambio, a pesar de
que estaba asustado se desenvolvió bastante bien.
En cuanto a
Giannira... Giannira era simple y llanamente adorable. Su vestido
rosado y largo y plateado, escotado, y vaporoso era digno de una
princesa, y el pelo dispuesto a ambos lados de la cara en unas ondas
casi perfectas, no ayudaba a que él dejase de mirarla con deseo. No
se sentía para nada atraído por ella, pero debía de reconocer que
estaba simple y llanamente hermosa. Demasiado hermosa para estos
juegos.
—Cautivadora,
¿verdad?—Le susurró Cynthia sonriente mientras los dos observaban
como la chica coqueteaba con Caesar y el público durante toda la
entrevista. Le encantaban sus halagos y que la admirasen en estos
juegos le favorecía mucho. —Se ha pasado el tiempo seduciendo-os a
todos los tributos de los juegos, y al público con sus encantos.
Creo que intenta hacer como Cashmere.—Explicó ella ante la mirada
atenta de su chico. No era mala técnica al fin y al cabo pero
después de oír a Cashmere hablar de lo ocurrido después de su
victoria, no estaba segura de querer que Giannira saliese de los
juegos así. Si aquello no la destrozaba lo haría el Capitolio al
pretender usarla.
Bueno, era
mejor no pensarlo, a saber qué le harían a ella si William cumplía
su objetivo y volvía. El Capitolio era simple y llanamente horrible.
Realmente no comprendía como William y los demás profesionales
pudiesen adorarlo, no lo comprendía por más que quisiese.
—¿En qué
piensas? —Le susurró William a Cynthia, al ver que miraba a
Giannira con algo de pena.
—En que es
mejor que Giannira no salga de estos juegos. Acabarán abusando de
ella, al igual que hacen con Cashmere. —Él la miró asustado.
—Sabes que
es una acusación muy grave esa, ¿no? —Le dijo simplemente, pero
ella lo observó incrédula.
—De verdad
que no soporto como cada año te crees más sus mentiras William.
Esta gente es horrible, punto y final. —Le dijo simplemente,
indignada, pero él negó.
—Esta gente
nos está ayudando Cynthia, deberías agradecérselo de otra manera.
—Le reprochó. Ella abrió la boca incrédula. William no
comprendía nada, nadie lo hacía, solo ella y Nolan y ninguno de los
dos podía,... Volvió a suspirar y decidió dejar de pensar en el
Capitolio y centrarse. Tampoco es que pudiese hacer nada contra él
de todos modos.
Sean suspiró,
hastiado, viendo como los del Capitolio observaban lujuriosos a su
compañera de distrito. Se supone que no debería de importarle pero
después de lo ocurrido antes de su preparación; de lo que tenían
previsto hacerle a Finnick aquí desde que había ganado los juegos
del hambre; no podía evitarlo. No podía evitar odiar a esa gente
tanto como él. Siempre lo había hecho, pero ahora aún más. No lo
comprendía, ¿cómo podían querer aprovecharse de su mentor de esa
manera? Él no se merecía esto y Giannira, si salía de los juegos,
menos.
—Deberías
relajarte. —Le susurró la voz de Finnick a su lado.—No puedes
contestar a las preguntas en ese estado. —Sean se rió.
—No deberías
estar aquí, ¿lo sabías? —Le dijo simplemente, y el chico de
cabellos bronce se rió con ganas. Seguidamente se encogió de
hombros y se sentó en el sitio de Giannira unos instantes,
observando a los tributos y a las gentes del Capitolio, reflexivo. De
vez en cuando temblaba observando a los vigilantes, sobre todo a esa
joven que llevaba persiguiéndolo desde que había llegado al
Capitolio, esa vigilante que estaba dispuesta a todo por tenerlo. Se
había prometido a si mismo que nunca cedería a ellos. Que no
importaba lo que pasase, nunca se rendiría y sin embargo no podía
hacerlo. No, si eso significaba condenar al chico que se hallaba a su
lado.
Suspiró y
Sean le sostuvo la mano unos instantes.
—No lo hagas
Fin. —Le dijo entonces, en un susurro. —No cedas a ellos por mí.
Puedo sobrevivir, puedo ganar. No necesitas hacer eso. —Pero
Finnick negó rápidamente, resignado.
—Sí que lo
necesito, Sean.—Insistió. —Me duele, pero realmente lo necesito.
Los juegos no son según nuestras decisiones, sino según nuestros
actos, y si ya es bastante doloroso que tanto tú como yo hayamos
sido condenados solo por ser diferentes. Imagínate lo que siento al
ver que estás aquí por mi culpa, que vas a morir por mí. No puedes
ganar si ellos están en contra tuya Sean, ¿comprendes? Nadie puede.
—Le confesó el vencedor resignado y Sean observó al Capitolio
manteniendo la rabia en su interior, no importaba que los odiase, no
podía hacerles nada.
—Comprendo.
—Dijo simplemente. —Pero debes comprender, tú también lo que
supone esto. Lo que vas a perder si gano ¿Crees que podrás
soportarlo? Piénsalo bien, por favor. No es una elección, es un
sacrificio. —Su mirada osciló al Capitolio unos instantes,
seguidamente a él y, finalmente, a los demás tributos reunidos en
los juegos, sobre todo a Cynthia y a Giannira y añadió.—Un
sacrificio doloroso. Lo vas a pasar fatal.
Finnick, por
su parte, suspiró cabizbajo y dijo con sinceridad:
—Voy a
pasarlo mal de todos modos Sean, no importa lo que haga, lo sabes tan
bien como yo. —Reconoció, Sean suspiró, seguidamente inspiró
hondo y le abrazó, agradecido y comprensivo.
—Está bien.
—Le susurró, con voz casi inaudible. —Dejaré que abogues por mí
ante ellos. De todos modos es la única solución que tenemos así
que...—Sus palabras se vieron interrumpidas por la voz del
presentador diciendo el nombre que menos quería oír en estos
momentos:
—Sean
Kingsley—El tributo pestañeó unos instantes, desconcertado, y los
espectadores del Capitolio levantaron la vista hacia ellos realmente
sorprendidos por verlos así. Finnick, por su parte, sonrió con
malicia, mientras Giannira bajaba de su entrevista, bastante
satisfecha, pero su mirada se tiñó de incredulidad al verles.
—¡¿Me
podéis decir que pasa entre vosotros dos?!—Exigió. Sean
simplemente sonrió y declaró un "ahora
lo verás" antes
de encaminarse a su entrevista. Giannira lo observó unos instantes,
intrigada, seguidamente sacudió la cabeza y se dirigió al vencedor
con el rostro tintado de arrepentimiento y decisión. Tenía que
hablar con él. No era el mejor momento, pero a saber cuando podrían
discutir sin que les oyesen.
—Finnick, lo
que dije antes. No tienes porque hacerlo si no quieres. Me encantaría
ganar porque no quiero morir, pero no tengo derecho a aprovecharme de
ti de esa manera. —Le confesó entonces, pero Finnick se encogió
de hombros, quitándo-le importancia.
—Iba a tener
que hacerlo de todas maneras. No puedo permitir que os amenacen.
—Explicó, ella levantó la vista hacia el Capitolio algo asustada,
seguidamente a Sean, que se concentraba en ser simple y llanamente
encantador en su entrevista, y al chico que aún se hallaba a su
lado. ¿Realmente serían capaces de hacer eso solo por tenerlo? Aún
no terminaba de creerlo.
—Ya veo,
esto es más complicado de lo que creía.—Terció. —Sobre Sean y
yo, lo de esta mañana,... —Inspiró hondo, intentando armar una
disculpa, una cosa era que se pasasen los juegos nivelándose y
compitiendo entre ellos, y otra que discutiesen ante sus mentores.
Ellos no tenían porque soportar su juego. Pero Finnick se rió con
ganas, observándola sonriente.
—No te
preocupes por eso Giannira, sé vuestro secreto. Siempre lo supe, al
igual que el Capitolio siempre supo el nuestro. Por eso él está
aquí.—Le dijo en tono cómplice y señaló al escenario donde Sean
decía unas palabras que la dejaron atónita. —Intenta no
presionarlo, ¿vale? No presionarlo y ser paciente, tarde o temprano
él te lo explicará todo. Es lo que hace conmigo.—Finalizó con
una hermosa sonrisa, antes de volver a su sitio, preparado para la
sorpresa final.
—Sí, sí
que pasa Caesar, Finnick y yo somos algo más que mentor y tributo,
somos amigos. Amigos que se asocian y protegen mutuamente desde
jóvenes. Nos conocimos hace tres años y desde entonces siempre lo
he protegido y cuidado, al igual que él a mí. Finnick y yo somos
amigos y asociados, nunca nos hemos separado y me dolió mucho que él
saliese elegido el año pasado, al igual que a él ahora le duele que
esté yo aquí. —Decía el tributo del distrito cuatro con valor y
firmeza ante todo el Capitolio, que lo miraba extrañamente
sorprendido y afectado.
Su entrevista
había sido un ajuste de encanto y valor increíble, pero aún
faltaba la última sorpresa, lo que haría que el Capitolio le
recordase para siempre, viviese o no. La verdad.
—Nos
queremos mucho, al igual que dos hermanos. Por eso él volvió, por
mí. Y yo haré lo mismo.—El público gritó emocionado mientras el
chico, en una acertada imitación de William en su entrevista, cogía
el micrófono y se dirigía a Finnick, quién no podía evitar
mirarle apenado y emocionado a la vez. —Volveré Finnick, amigo
mío, volveré y nos reuniremos de nuevo, te lo prometo. —Juró
Sean y el público, completamente incapaz de controlarse, comenzó a
gritar de una forma tan emocionada como lo había hecho en la
entrevista de William. Cynthia no podía más que observarle
incrédula, a él y a Finnick. No podía creerlo ¿Cómo podía poner
el Capitolio al vencedor en esta situación? Se supone que era su
primer año, no debería de ser tan duro,...
William por su
parte se quedó observando a Sean chocado, seguidamente inspiró
hondo intentando olvidar sus sentimientos y nivelarse. Era obvio que
estos juegos estaban hechos para él, para él y para que cumpliese
su venganza, pero no podía hacer eso. No podía dejarse llevar de
aquella manera, no sería correcto. Por más que cada vez que mirase
a vencedor y tributo no parase de recordar los Sexagésimo Quintos
Juegos y a su hermana en ellos. Finnick no se merecía eso. Ningún
vencedor se lo merecía...
—No puedo
creer que el Capitolio le haga esto a Finnick. —Declaró ella incrédula y afectada, observando como Sean y Finnick se abrazaban ante las cámaras, justo en el momento que sus trajes comenzaron a brillar de rojo y amarillo, un extraño truco solo para causar impresión. Él asintió, normalmente estaría indignado porque acaparasen al Capitolio de esa forma, pero, en ese caso, no podía evitar sentir, a pesar de sus ansias de venganza, una total comprensión por el vencedor. Realmente comprendía que hiciese eso por su tributo, él también lo haría de estar en su lugar.
—Créeme, yo
tampoco. —Murmuró William, sin quitar los ojos de Finnick. —Es
casi tan malo como lo mío contigo aquí.—Ella asintió, era
incluso peor, William tenía la oportunidad de dar su vida por ella.
Finnick no y era obvio que aquello lo destrozaba, lo notaba en su
mirada mientras abrazaba a su tributo como si le fuese la vida en
ello. Seguidamente desvió la mirada, alternativamente, entre Sean y
su chico y declaró.
—Y sin
embargo, quieres matar a Sean—Su chico tembló levemente, en un
intento de controlarse, pero asintió. —Por Finnick. —Volvió a
asentir y la miró repentinamente avergonzado por sus deseos
inapropiados de venganza, seguidamente dijo.
—Lo sé, es
una estupidez.
—Sí, lo es.
—Le dio la razón Cynthia, comprensiva, pero finalmente suspiró y
afirmó decidida. —Pero está bien, porque yo no puedo hacerlo.
Ahora cada vez que lo miro pienso en él y en Finnick, y en que su
relación es similar a la nuestra solo que no están enamorados. Son
como hermanos Will, y no dejo de pensar en lo desolado que estará el
vencedor si Sean muere en estos juegos. —William asintió, tenía
razón, Sean y él tenían prácticamente la misma forma protectora
de tratar a las personas queridas para ellos. Por eso se imaginaba,
que en realidad, y a pesar de lo unido que estaba al asesino de su
hermana, el tributo del distrito cuatro le simpatizaba tanto. Se
parecía a él en algunos aspectos. La diferencia era que Sean no se
había presentado voluntario por Finnick en los juegos pasados.
Inconscientemente se preguntó por qué no. ¿El final de los
Sexagésimo Quintos Juegos hubiese sido diferente por aquel entonces?
Era evidente que no, Sean parecía más capaz que Finnick el año
pasado, quizás hubiese ganado fácilmente de todos modos. Suspiró y
decidió dejar de pensar en las variables de los juegos anteriores,
no podía cambiar el pasado por más que quisiese, solo el futuro.
—No sé si
podré soportar esto más tiempo, William. —Le susurró ella
observando a los tributos con pena. —Había decidido no encariñarme
con los tributos, pero después de esto, está claro que no puedo
evitarlo. Si no puedo matar a Sean, ¿cómo demonios voy a hacerlo
con Nolan? Es imposible que nos matemos entre nosotros de ningún
modo, ni creo que reaccione bien si otra persona lo mata ante mis
ojos. Seas tú o cualquiera. —Él la miró asustado, esto se le
estaba yendo de las manos otra vez, bueno tarde o temprano tendrían
que hablar del asunto. El capitolio no iba a permitir que los
tributos se alejasen eternamente unos de otros, tarde o temprano
tendrían que encontrarse, tarde o temprano tendrían que matarse,
les gustase o no. Así que era mejor afrontar el problema de raíz y
superarlo, sino iban a tener un grave problema al final. —No sé si
soportaré verlo morir sin hacer nada por evitarlo, al igual que
tampoco soportaría verte a ti. Tenías razón, Will, no debí
comportarme con él de esa manera, debí de haberle pedido alejarse
de mí desde el inicio. Haberle insultado, haberle tratado mal, al
igual que tú, a pesar de que me doliese porque en el tejado me ha
consolado mucho aquel día. Sería más fácil, ahora no puedo
matar-le y me duele.
Y lo hizo, se
puso a llorar ante él. A llorar inconsolablemente y él,
literalmente, la abrazó con cariño, no podía verla sufrir así,
por más que tuviese razón.
—Y todo esto
porque no quise afrontar los juegos y preferí actuar como si no
existiesen, rehuyéndolos como la estúpida que soy. Soy horrible,
soy definitivamente horrible. No merezco que me salves por más que
quieras. Deberías de concentrarte en volver, es lo mejor— Le dijo,
sinceramente, intentando alejarlo de ella, ahora mismo se sentía
como un monstruo, no debería pero lo hacía. Lo que había hecho era
horrible, por más que no pudiese controlar sus sentimientos con
Nolan. No debería de haber traicionado al chico que en estos
momentos se hallaba ante ella y no debería de seguir soportándola.
No era él quién había reaccionado como un estúpido, sino ella, no
merecía su amor, por más que le doliese. —Yo solo merezco morir.
Finalizó
arrepentida, pero William a pesar de que sabía que tenía razón, no
la soltó, no podía dejarla por más que debiese y estaba claro que
ella tampoco, sino no habría dicho aquello en la entrevista. Lo suyo
era una situación insoluble, siempre estarían dispuestos a dar la
vida el uno por el otro, pasase lo que pasase entre ellos. Estaban
demasiado unidos.
—Cynthia...—Dijo
con cuidado intentando no sucumbir a la tristeza, también. —No
digas eso por favor. Me estás rompiendo el corazón, no podría
soportar perderte. Lo sabes, ¿verdad? —Ella asintió cabizbaja,
suspirando, seguidamente dijo:
—Pero
tampoco podría soportar perderte a ti William, ¿lo comprendes? —Él
asintió observando como ella desviaba la mirada hacia el tributo del
distrito ocho pero él, por una vez, no le respondió sino que actuó
como si no la hubiese visto, haciéndolo sonreír satisfecho. —Si
Nolan muere, creo que podré superarlo. Con tal de que no lo maten
ante mí creo que lo haré fácilmente. Basta con que no volvamos a
encontrarnos en los juegos hasta el momento en que vea su cara en el
cielo. Me dolería pero definitivamente lo soportaría. En cambio
tú...—Lo miró a los ojos completamente rota, seguidamente se tiró
sobre él abrazándolo con un amor y cariño sin igual.
—No podré
soportarlo por más que quiera, William, nunca podré. Por eso estoy
así, no puedo afrontar perderte. No puedo, simplemente no puedo. Soy
horrible, punto y final —Él negó y le apartó las lágrimas
conmovido y desolado, estaba comenzando a comprender-la, a comprender
su actitud, su negación. No es que no pudiese afrontar los juegos
del hambre, lo que no podía afrontar era perder-lo a él en ellos.
—¿Me amas
más a mí, verdad?—le susurró entonces observándola maravillado,
ella asintió.
—Siempre.
—Dijo con sinceridad adorándole y finalmente se besaron
olvidando-lo todo de nuevo. No podían evitarlo, se amaban, se amaban
de verdad y siempre lo harían, pasase lo que pasase entre ellos.
_______________________________________________________________________________
Bueno, ahora ya puedo colgar la nueva ficha de Miller y es lo que haré en nada, respeto a los trozos de entrenamiento he empezado a escribir la historia vista por Sean y Giannira, no llegaré más que hasta el capítulo de los resultados de las pruebas (12 o 13 no recuerdo xD) porque a partir de ahí ya teneís suficientes escenas de ellos dos. Pero no sé si podré publicarlo, pues como veis según palabras de Finnick ellos tienen un secreto que no se desvelará en la historia oficial hasta el capítulo 22, su juego propio y bien desarrollado y por ello no sé si deciroslo o mantenerlo oculto hasta entonces. Por ahora intentaré con la segunda opción, sorry xD
PD: Así es como me imagino el vestido de Giannira. Sí, ya lo sé, debí de colgarlo antes pero en fin. xD
PD: Así es como me imagino el vestido de Giannira. Sí, ya lo sé, debí de colgarlo antes pero en fin. xD
Tu historia me enamora♡♡♡ Escribes realmente bien!! Te pasas por mi blog? Es de ljdh micuartovasallajedelos25.blogspot.com
ResponderEliminarGracias por tu comentario :D
Eliminar