Tributos

Lee el último capítulo publicado :)

Epílogo: La impulsora de un nuevo juego

Quisiera pedir perdón por no publicar, pero lo cierto es que lo hice adrede ya que los martes estoy bastante ocupada con clases mañana y tar...

jueves, 4 de julio de 2013

Capítulo 9: ¿Y enemigos?

Bufff, por fin tengo capítulo, lo que me me ha costado. Si, ya sé que me odias pero os juro que hasta hace unas pocas semanas no me salía nada, ¡¡tengo atraso en todo!! (salvo en Stern que misteriosamente me salió un capítulo enorme, pero eso no importa.) En fin os dejo leer que ya es hora. Disfrutad el capítulo y nos vemos en el siguiente. :)



Capítulo 9: ¿Y enemigos?


Cashmere se giró sorprendida.  

— Cynthia, ¿qué haces aquí? Es tarde — dijo mientras se situaba delante del cuchillo que había soltado, para ocultarlo un poco aunque no servía de nada, la chica ya lo había visto

— ¿Cómo que qué haces aquí? ¡Cashmere no me cambies de tema, ¿qué pretendías hacer?! — Cynthia seguía histérica, en su mente se paseaba la imagen de su mentora suicidándose ante sus ojos sin que pudiera hacer nada, y aquello la asustaba mucho, haciendo que se estremeciese sin motivo aparente. Cashmere suspiró.  

— Está bien, te mereces una explicación. — concedió esta y se agachó para recoger el cuchillo y guardarlo en otro sitio. Seguidamente salió del baño para luego sentarse en la cama de la habitación. — Pero debes saber que es una larga historia y dura. — la miró a los ojos mientras se servía un vaso de vino de una botella, que estaba depositada delicadamente en la mesilla de noche. Al hacerlo Cynthia pudo observar que tenía los ojos rojos, seguramente de llorar fuertemente durante un buen rato. — Muy dura— recalcó y pestañeó cuando una lágrima surgió de entre sus ojos más no la apartó, quería hacerse la fuerte.

  — No importa, igual quiero escucharla. — insistió Cynthia decidida y bajó sus ojos hacia la botella unos instantes. — No irás a hacer como el mentor del distrito doce, ¿no? — inquirió haciendo que Cashmere se riera unos instantes. 

— Tengo más autocontrol que Haymitch, creo. — dijo mientras se servía otro vaso. — Además no lo voy a tomar para amenizar la velada es que...— se quedó en silencio y bebió un sorbo, seguidamente inspiró hondo. — No creo que sea capaz de contar todo esto sin nada en el cuerpo  —confesó.

— Está bien, te la dejo. — concedió Cynthia. — Pero en cuanto vea que te pasas, ten por seguro que te la esconderé por el resto de tus días. Estoy segura de que a los Avox no les importará ayudarme a hacer desaparecer cualquier bebida alcohólica de nuestra planta. — Bromeó otra vez haciendo que Cashmere ría de nuevo y se relaje un poco. — Ahora cuéntame. — pidió. Cashmere apuró el contenido de su vaso y dijo:  

— No sé si se me permite racontar esto pero lo voy a hacer igual, porque es urgente que lo sepas para no repetir mis errores. Todo empezó cuando salí elegida para los sexagésimo cuartos juegos del hambre. — y enunciado esto la mentora comenzó a relatar su historia...

— No creo que sea necesario recalcar como gané. En cuanto fui dispuesta en ese dichoso juego, seducí y engañé a todos los tributos que pude. Al principió lo hacía para seguir la estrategia que mi mentor había dispuesto para mí. Era la tributo más bella de los juegos y por ello tenía que triunfar, como una flor en medio de un campo de malas hierbas. Enseguida le tomé el gusto y lo que comenzó siendo una simple táctica de supervivencia se convirtió en la manipulación más vil que una persona puede llegar a realizar. No solo engañaba a mis enemigos sino también mis aliados; quienes inconscientemente creaban lazos conmigo, que yo rompía en cuanto veía que ya no me eran útiles. Como si fueran simples peones de un juego que había creado. Me di demasiado tarde de en lo que me había convertido, pues para entonces ya estaba en la recta final. Junto a dos hombres perdidamente enamorados de mí que se enfrentaban como leones por una hembra. — La mujer inesperadamente comenzó a llorar, recordaba como ayer ese final. Con el chico del dos y el del uno enfrentándose a muerte por ella; sabiendo que el ganador no tendría ningún privilegio salvo el que fuese ella la encargada de darle muerte. Tanto deseaba ganar la joven. 

Cynthia se acercó y armándose de valor la abrazó.

— No te sientas culpable Cash, sabes que no es culpa tuya. Tu solo querías volver a casa. — le dijo, pero obvió recalcar de quién era la culpa por si había alguna cámara del capitolio. No quería buscarse problemas en la arena, pero no podía parar de escuchar.  

— Lo sé. — admitió la joven secándose las lágrimas. — Pero no puedo evitarlo. Y más cuando ese fue el tema que lanzaron con el resumen de los juegos. El como la manipulación y el engaño de una sola mujer llevaron a los tributos a su perdición. Es peor que si les hubiera matado con mis propias manos, mucho peor. — volvió a sollozar e inspiró fuertemente. — Y eso no es lo peor— añadió.  

— Ah, ¿no? — Se asombró Cynthia, pensaba que todo acababa ahí. Que una vez que ganabas los juegos ya estaba todo terminada. Bueno, evidentemente, aún quedaba la gira de la victoria y el tener que ser mentora al año siguiente. Pero viniendo de un distrito donde casi todos los tributos eran profesionales, entendía que el daño se reducía al menos a la mitad.  

— No. — Confirmó Cashmere y volvió a sollozar a medida que su tono se hacía más bajo, casi inaudible, obligando a Cynthia a no alejarse de ella para oírla bien. —  ¿Conoces mi leyenda? ¿Lo que en el capitolio dicen de mí? — La chica asintió, recordaba bien lo que había dicho William sobre ello la noche del desfile. La cantidad de amantes que se decía que tenía su mentora. — Pues que sepas que ninguno de esos "amantes" — entrecomilló.  — Es consentido. No me está permitido de ningún modo, rechazarlos— le susurró casi llorando de nuevo.

Cynthia se tapó la boca de la impresión.

— Pero Cash, ¡eso es horrible! —exclamó. Su mentora asintió.

— ¿Me entiendes ahora? — preguntó refiriéndose a la situación en la que le había encontrado. —  No es sencillo soportar esta sin hacer alguna locura. — Afirmó sintiéndose algo culpable — Debes saber que nunca he tenido la intención de suicidarme. Solo quería quitarme la culpa y el dolor que noche sí y noche también me atormentan y el dolor físico me ayuda a olvidarme de ello. Al menos por un instante. — concluyó la joven. 

Cynthia se sintió tan arrepentida por juzgar su acto sin conocer los detalles que le obligaban a ello; que enseguida se echó a abrazarla en un intento de consolarla. A cada momento odiaba más y más al Capitolio, hacer sufrir de tal manera a una joven tan buena como Cashmere... ¿Acaso no tenían corazón, en aquel lugar?  

— Si, debe de ser horrible. —Afirmó. — Siento haberte juzgado.   

— No te preocupes, es normal. — la tranquilizó Cashmere y fue al lavabo a limpiarse la cara después de llorar. —Por cierto, ¿por qué entraste? ¿Necesitas algo? — siguió hablando, centrándose ahora más en su papel de mentora.  

— No, simplemente... No podía dormir— Cynthia bajó la cabeza, algo avergonzada, pero Cashmere simplemente le sonrió y dijo:  

— Yo cuando necesito relajarme, suelo tomar el aire. Ayuda bastante. 

— Pero no se puede salir del edificio y menos de noche. — comentó Cynthia.  

— Pero sí, salir al tejado. — afirmó la mentora con una gran sonrisa.  

— ¿De verdad? — Se ilusionó Cynthia  

— De verdad. — aseguró la mentora. —Tú solo sígueme  

Dicho esto, mentora y tributo salieron de la habitación y se encaminaron discretamente por el pasillo, para no despertar a los otros residentes, hasta llegar al ascensor. 

Allí, la primera pulsó el botón ubicado más arriba que llevaba a la planta doce y al salir no tuvieron más que subir unas escaleras ubicadas en un lado hasta que finalmente llegaron a la azotea.
 
Allí, una brisa le alborotó los cabellos a Cynthia quién algo desprevenida llevó la mirada hacia el frente y a los lados. Desde allí se podía ver el capitolio en todo su esplendor, con sus luces y edificios, un lugar, lleno de vida, incluso de noche.  

— Es hermoso. — dijo ella con sinceridad, admirando todo lo que veían sus ojos.  

— Sí. — Confirmó Cashmere. — Hermoso y silencioso. Suelo venir aquí cuando necesito estar sola, o tranquila con alguien en particular. En este lugar no hay cámaras y de haberlas el sonido del viento es lo suficientemente fuerte para que no nos oigan desde lejos, nos permite hablar con tranquilidad. — Todo esto lo dijo mientras se sentaba en el tejado y cerraba los ojos un momento, seguidamente invitó a Cynthia a sentarse a su lado. Pero cuando esta lo hizo una pequeña vibración vino a interrumpirlas.  

Sobresaltada, la tributo miró a sus lados encontrándose con que el tributo del ocho estaba a unos cuantos metros de distancia tirando una piedra al vació que no hacia más que rebotar en una barrera invisible, (causando la vibración que ella había oído hace unos instantes), para luego ser atrapada por su mano y lanzada otra vez. Parecía melancólico.  

— Es un campo de fuerza. Evita que los tributos "caigan" al vació. Según me contaron se instaló en los segundos juegos del hambre, después de que una chica desesperada se tirara, encontrando una muerte rápida y segura. Creo que pertenecía al distrito cinco, pero no estoy segura. Son solo rumores. — dijo Cashmere, adivinando la pregunta que tenía la joven en su mente. 

— ¿Y ese campo como es de fuerte?, ¿se podría destruir? — preguntó Cynthia.  
 
— De ningún modo, son muy resistentes. De hecho, en los quincuagésimos juegos del hambre aplicaron el mismo sistema de ese campo en la arena y Haymitch pudo tirar dos piedras, una tan pequeña como esa y otra el doble de grande. — informó la mentora.  

— Siempre me pregunté como ganó él los juegos. No parece muy fuerte y su distrito siempre es el más desfavorecido. Aunque claro yo no lo conocí en su pasado ¿Por qué no se retransmiten más a menudo sus juegos? El primer vasallaje del veinticinco es emitido al menos una vez por año en la tele local. — Comentó Cynthia.  

— Porque el modo en que ganó Haymicth fue un claro desafió al capitolio. Utilizó el campo de fuerza a su favor, convirtiéndolo en un arma que le permitió hacer rebotar el arma de su contrincante, y conseguir la victoria. Los vigilantes no tenían planeado eso, el campo de fuerza solo estaba para lograr que los juegos fuesen más crueles que nunca. — Confesó Cashmere y Cynthia se tapó la boca sorprendida y asustada a la vez, desafiar a los vigilantes en los juegos equivalía a desafiar al capitolio, y aquello era una clara sentencia de muerte; ya fuese en los juegos o en otro momento.  

— Eso ha sido muy imprudente, de no ser el ganador oficial de los juegos, estaría muerto. — susurró la joven con voz serena, una vez asumido el relato de su mentora.  

— Sí y lo pagó con creces. Al llegar a su distrito no le quedaba nadie querido con quién compartir la victoria. Su familia había sido asesinada, al igual que su novia, y sus amigos más fieles. Es el precio a pagar cuando no sigues sus reglas. — Le explicó la mentora, con una pequeña pizca de rencor en la voz.

 — Pobre Haymitch, ahora entiendo que ande siempre borracho. 

— Sí... — confirmó la mentora pensativa y se instaló un largo silencio entre ellas, durante el cual Cynthia volvió a observar a Nolan de reojo más no dijo nada, solo lo miró. 

— Puedes acercarte a él, si quieres, no te vendría mal tener algunos amigos en la arena aparte de los profesionales. — Aconsejó Cashmere, viéndola observar al tributo tan atentamente. 

— No creo que sea conveniente. William y él se llevan a matar y ya sabes lo que opino sobre encariñarme con otros tributos. — opinó Cynthia entonces. Cashmere se encogió de hombros. 

— Tu misma. — replicó con naturalidad y se encogió de hombros, para luego bostezar un momento, y añadió. — Me voy a intentar dormir algo, creo que deberías hacerlo tú también. — Se levantó y antes de partir le dedicó una sonrisa hermosa y sincera, casi maternal. — Buenas noches.

— Buenas noches. — contestó Cynthia y su mentora se fue. Cynthia desvió la mirada viendo que el tributo del ocho también se iba cuando él, inesperadamente, le sonrió...    


Al día siguiente, William se levantó totalmente espabilado, le había sorprendido no oír a Cynthia gritar pero supuso que poco a poco la joven ya estaría librándose poco a poco de las pesadillas, y afrontando la realidad que le venía encima ahora que era tributo de los juegos del hambre al igual que él. 

Se preparó con serenidad, él ya sabía de antemano como actuar, se había estado preparando para ese momento desde hace tiempo aunque nunca lo habría imaginado así. En cuanto estuvo listo se peinó bien y bajó a desayunar.  

— Buenos días. — saludó este a Evans, que parecía estar comenzando a desayunar junto a mystie, aunque evitaba mirarla a los ojos. Estaba claro que el mentor no se sentaba muy a gusto con la acompañante pero, ¿y quién no? Mystie era claramente insoportable.  

— Buenos días. — saludó simplemente Evans con una sonrisa. — ¿Has dormido bien?

— Perfectamente — aseguró William, seguidamente preguntó: —¿Cynthia no ha despertado aún? 

— Oh, ¡es verdad! voy a buscarla. — comenzó Mystie al oírlo y se levantó pero Evans la detuvo. 

— Dejémosla descansar un ratito más, Mystie. No nos será útil si bosteza cada cinco minutos. Lo que si agradecería es que nos dejaras un rato. Tenemos que discutir estrategias. 

— De acuerdo, me iré dar una vuelta por el capitolio. Una pena que no podáis venir. — contestó la acompañante y dicho esto se fue.  

— ¿Ocurre algo? — preguntó William, al ver la escena. Evans por su parte se puso serio y, luego de asegurarse que la chica se había ido del todo, dijo:  

— Sí, siéntate. — Obediente, el tributo se sentó frente a él. No le gustaba nada esa mirada, tan seria y preocupada, le hacía desconfiar. Su mentor esperó que estuviera bien acomodado y servido para continuar.  

— ¿Estás seguro de que quieres salvar a Cynthia a todo precio? — le preguntó, el tributo tragó seco más aún así asintió, estaba decidido.  

— Sí, ¿por qué? 

— He estado mirando por encima las primeras encuestas. No solo de la gente, sino también de los vigilantes. Habitualmente los mentores no tenemos acceso a estas cosas antes de los juegos, pero tener a Cashmere con nosotros tiene sus privilegios. Vas en cabeza chico. — le contó Evans en voz no demasiado alta, no es que fuera un secreto, pero igual no convenía que los oyese alguien imprevisto.

  — ¿Qué? — exclamó William asombrado.  

— Lo que oyes. No solo el público se ha quedado asombrado con tu actuación en el de desfile. Tu actitud en el entrenamiento está comenzando a atraer a los vigilantes. Y tener a esa gente de tu lado ayuda y mucho. Te ayudarán en lo que necesites siempre y cuando confíen en que serás el tributo más letal y, o, sádico en la arena. — le aseguró Evans  

— ¿Sádico? ¿No corresponde eso más con Miller que conmigo? — intervino William.

— Por eso está en segundo lugar. — afirmó Evans. — Le sigue Robin y, seguidamente, Sean y la chica de su distrito. Cynthia está al final de los profesionales y justo después vienen los otros tributos. 

— ¿Tan abajo? — se sorprendió William.  

— ¿Comprendes ahora? — le preguntó Evans entonces. — Las apuestas van bastante mal para ella, afortunadamente está entre las preferidas del público y aún quedan dos días de entrenamiento, uno de ellos la prueba final ante los vigilantes, que podría subirle muchos puntos, pero más arriba de ti no creo que lo esté nunca. Si quieres ganar, tendrás que esforzarte mucho en protegerla. — Explicó con más detalle.    

— Ya me lo imaginaba. — murmuró William más para si mismo que para Evans. — ¿Y no podemos hacer nada? 

— No más de lo que ya hacemos. Aunque iré hablando con Cashmere, por si le puede dar algún consejo. — Las palabras del mentor se vieron interrumpidas por el ruido de la puerta al abrirse tranquilamente.  

— ¿Interrumpo algo? — preguntó Cashmere dulcemente, tras ella venía Cynthia.  

— Para nada, solo estábamos hablando de los juegos— contestó Evans, con una pequeña sonrisa. — Acomodaros y desayunad un poco. Queda poco tiempo para el entrenamiento y, al menos, una de vosotras necesitará fuerzas para ello. — Mentora y tributo obedecieron acomodándose ante la mesa, la primera al lado de Evans, mientras que la segunda tomó asiento junto a William, como siempre.  

— Buenos días, preciosa. — susurró este simulando una sonrisa y le dio un beso en la mejilla, ella simplemente sonrió feliz. — Buenos días contestó. — seguidamente comenzaron a desayunar.


Nolan se hallaba ante el puesto de lanza, pensativo, no muy lejos estaba el chico del distrito siete, mirándolo de reojo, aunque él no parecía muy atento a ello, tenía la mente en otras cosas. Como por ejemplo la chica del uno, Cynthia. Esa noche, al verla, había seguido sus instintos para dedicarle una pequeña sonrisa; y es que no entendía que tenía esa joven pero era diferente de las chicas que había conocido. Le atraía y mucho, aunque no sabría decir por qué.  

— Sí, un completo misterio. — Concluyó una voz masculina, a su lado. Sobresaltado, Nolan falló su tiro de lanza y se giró descubriendo a un chico alto, de pelo corto acastañado y ojos marrones oscuros, en el puesto de al lado. Se trataba del chico del distrito siete, el compañero de la niña. 

— ¿Por qué dices eso? ¿A quién te refieres?

—Por el modo en que he visto como miras a la tributo del uno. Como si fuera un misterio que resolver.  Y porque en todo el tiempo que llevo intentando analizar a los otros tributos, aún no la he captado del todo. 

— ¿Analizas a los otros tributos?  

—Solo a los que considero dignos de mención. Cris, tributo del doce, es fiero, a la vez que fuerte. Alto y bien alimentado, seguramente fruto de la caza ilegal tan "permitida" en su distrito. — señaló al tributo en cuestión, ocupado esta vez en el puesto de redes. Aunque no parecía dársele demasiado bien. Según recordaba ayer le había pedido aliarse con él pero aun no había respondido. No estaba seguro de querer aliados y menos tener que matarlos luego. Pero reconocía que un joven con amplio conocimiento del bosque y sus animales podría serle útil en la arena. — He estado hablando con él, hace un rato, y no da tanto miedo como lo parece. Quizás deberías aceptar su alianza. — mientras hablaba jugueteaba con un cuchillo de su puesto. — La chica del cuatro, hermosa y sensible a la vez que amable, demasiado amable. Creo que intenta ser para su distrito lo que fue Cashmere, la vencedora del distrito uno, en sus juegos. Una pequeña seductora. Su compañero, en cambio me pone de los nervios. No es más que un grosero y maleducado. — Pronunció las palabras con rencor— Aunque parece bastante decidido. — valoró. —No me gusta nada. 

— ¿Lo dices por como te echó del puesto de las hachas, ayer? — adivinó Nolan y el chico asintió, más siguió hablando, señalado esta vez al distrito dos.  

— Robin, el chico del distrito dos, es un arrogante. Tiene mucho orgullo y aunque es hábil, presume más, de lo que hace. Miller, en cambio parece bastante valiente y rápida, en contrapartida creo que tiene bastante mal carácter. Ayer la vi tan enfadada que no paraba de lanzar insultos mientras tiraba esas estrellas tan raras. — se rió alegre. — Y el chico del uno parece muy fuerte y hábil, pero tiene algo que no me gusta. También está bastante próximo a su compañera, o al menos eso me pareció en el desfile. Ella, en cambio, es un misterio, demasiado buena para ser una profesional, demasiado hábil para ser un simple tributo. Solo espero que no sea ningún engaño, porque de serlo tú estás cayendo de pleno. — Al oírlo el moreno le fulminó con la mirada, pero él simplemente se rió. — Tú, por tu parte, eres bastante misterioso. Fuerte, rebelde y temerario, además de rápido. ¿Cómo lo consigues?

  — Luego te lo cuento, si quieres. — Las palabras fueron seguidas de un pequeño guiño y una sonrisa de parte del chico del ocho. — Pero antes, tendrás que decirme tu nombre. — aseguró. 

— Jack. — contestó simplemente el otro, y cortésemente le tendió la mano.  

— Yo me llamo Nolan, encantado. — El tributo del ocho aceptó el apretón de manos para luego reírse mientras se rascaba la nuca. —Si es que se puede decir aquello en estas circunstancias. — declaró divertido y los dos jóvenes se rieron. 

Un pequeño estruendo, como de un objeto pesado cayendo al suelo después de soltarse violentamente, seguido de unas fuertes risas burlonas, vino a interrumpirles. La chica del distrito ocho acababa de soltar de golpe una de las pesas, al ser incapaz de sostenerla más de unos minutos, le pesaba demasiado;  y  los profesionales se estaban riendo de ella.  

— Maldita sea— murmuró Nolan y avanzó hacia ellos, pero el otro chico lo detuvo.  

— Déjalo, no vale la pena. — declaró.  

— ¿Pensarías lo mismo si se tratara de tu compañera de distrito? — inquirió Nolan.  

Dudoso, Jack levantó la cabeza hacia la niña de su distrito que en estos mismos momentos había dejado el puesto de plantas y se hallaba jugando distraídamente con una pequeña pelotita de madera. Un recuerdo de su distrito, más asintió con la cabeza, decepcionando mucho a Nolan. 

Mientras, los profesionales de seguían metiéndose con su compañera. El chico del distrito uno, en concreto se hallaba empujándole suavemente  mientras los otros se reían. Rabioso, Nolan se deshizo del agarre del chico y se dirigió hacia él, dispuesto a defender a la chica.  

— Dejadla en paz. — ordenó y se situó ante ella. William se cruzó de brazos ante él con una sonrisa.  

— ¿Defendiendo a una contrincante, Nolan? — inquirió. —Eso no es muy conveniente.  

— Se llama respeto, William. Algo que veo que te falta.   

— Como osas...— se indignó el rubio e iba a pegarle cuando la entrenadora los interrumpió.  

— Distrito ocho y uno, ¿Qué he dicho sobre pelearse con otros tributos? — recordó la mujer y los chicos se detuvieron de inmediato.  

— Has tenido suerte. — le susurró William a Nolan y se fue, no sin antes empujarle. Cynthia se los quedó mirando sin entender muy bien lo ocurrido. William parecía tan tenso... ¿Acaso había algo que le preocupaba?, ¿y si sí? ¿Por qué no se lo había dicho? Solo había una cosa clara, William nunca se comportaba así porque sí, lo hacía para desahogarse así que, ¿Qué le pasaba?

_________________________________________________________________________________

y bueno como despedida os dejo una foto de lo más parecido a Jack que encontré y nos vemos en la siguiente entrada. :D


1 comentario:

  1. Muy buen capìtulo, me ha encantado, estoy deseando que subas el siguiente. Un Beso.

    ResponderEliminar

Queridos tributos, aunque me encanta que esteis aquí y me leáis, me gustaría aún más que me dejarais vuestra opinión. Es lo que me anima a seguir la historia más que nunca.^_^