Tributos

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Epílogo: La impulsora de un nuevo juego

Quisiera pedir perdón por no publicar, pero lo cierto es que lo hice adrede ya que los martes estoy bastante ocupada con clases mañana y tar...

domingo, 2 de diciembre de 2012

Capítulo 4: De camino al Capitolio

No debería de publicarlo, ya que tengo un examen el miércoles y ni siquiera debería de ponerme a escribir, pero lo tengo ahí listo y no he podido resistirme. Espero que os guste. En la siguiente entrada pondrá imágenes de los personajes. Y por cierto, bienvenida s mi nueva seguidora ana_dlchs . Espero que te siga gustando la historia. Veamos lo que se cuece en este capítulo. Es un poco largo. ¡Un saludo!




Capítulo 4: de camino al capitolio



Cuando llegaron a la estación, con las emociones más controladas, el flash de una cámara los sorprendió, seguido de otro. William pasó el brazo por el hombro de Cynthia escudándola de las cámaras. Finalmente, cuando estuvieron delante del tren, preparó su mejor sonrisa y le susurró.

– Cynthia, sonríe, ¿de acuerdo? Todo saldrá bien— Le dirigió una mirada dulce y ella sonrió automáticamente. Entonces William cogió su mano y, con una sonrisa segura hacia al público, la levantó al aire. Los habitantes de su distrito gritaron y aplaudieron. Cynthia no sabía si siguiendo el protocolo o si realmente les apoyaban, pero les animaban y aplaudían como nunca. Presa de la emoción les envió saludos a su familia, como si fuera a volver. 

Comenzaba a comprender el plan de William, ir hacia adelante, con la cabeza bien en alto. Como si todo esto no fuera nada para ella, como si realmente estuviera preparada para ir, ganar y volver.

Mystie les sonrió, feliz y satisfecha, y les hizo entrar en el tren. Parecía llena de energía y no paraba de parlotear sobre cosas como capitolio, horarios, tren y más capitolio. De entre tantas palabras únicamente consiguieron pescar algo útil cuando ella dijo:

– Vuestras habitaciones están al fondo, derecha Cynthia, enfrente William, aunque bien se ve por la decoración. Instalaos y disfrutad, os vendré a buscar para la cena que es cuando hablareis con vuestros mentores. Llegaremos al capitolio en la noche pero, para que estéis bien descansados para el desfile, no saldréis del tren hasta la mañana. 

Asintieron automáticamente y ella se despidió alegre después de soltar algo así "¡Ay, que bien educados! ¡Cómo me gusta este distrito!" y Cynthia y William suspiraron al unísimo, para luego reírse por la coincidencia.

 –¿A esta mujer le dan un subidón de azúcar cada mañana de cosecha, o qué?—Bromeó William.

–No lo creo, estaría muy gorda de ser así— Aportó Cynthia e inmediatamente se pusieron a reír en total complicidad, antes de ir a mirar cada uno su habitación.

William soltó un silbido de admiración al verla. ¿Eso era una habitación de tren? ¡Si era al menos dos veces la suya, menudo lujo! Le echó un vistazo al armario y vio montones de ropas, de todos los estilos y colores, casi parecía que tuviera un arcoíris viviente en el mueble. Se vistió con lo más casual que encontró y siguió explorando. Cuando llegó a la cama, se sentó encima observando las vistas. Pero, sin querer, pulsó uno de los botones y el paisaje de una pradera se mostró ante el. 

Pestañeó sorprendido y entonces fue cuando advirtió el botón y emocionado, como un niño pequeño, corrió a la habitación de su compañera.

–Cynthia, ¿has visto eso?

– ¿El qué?— le cuestionó ella curiosa, también se había cambiado la ropa por un conjunto más casual, que le hacía aún verse más linda. Completamente en su esencia. Sin dudar la cogió de la mano y la llevó a la habitación.

–¡Las vistas cambian con solo apretar un botón! Mira, bosque, pradera, mar, nieve,... 

–Nunca he visto la nieve. – Comentó Cynthia, "salvo en los juegos" pensó para si misma. —Déjalo ahí. — le pidió.
 
William accedió y le pasó un brazo por los hombros, él tampoco estaba acostumbrado a ver la nieve, en el distrito uno apenas nevada y, salvo en alguna reproducción casual de los juegos, era difícil ver un paisaje tan peculiar como el que dejaba entrever la ventana. Ya que las retransmisiones de otros distritos estaban prohibidas por el capitolio. Únicamente se podía ver algo de ellos durante alguna que otra gira de la victoria televisiva. Pero no era lo mismo.

–Bueno... ¿comemos algo?— Comentó William después de que se quedaran un largo instante mirando absortos el horizonte. Olvidándose, por unos instantes, de donde estaban y para qué.

Ella asintió y se acomodó junto a el sobre la cama. Al pulsar un botón una especie de mesa grisácea, sin patas, surgió de debajo de la cama y se plantó ante ellos. Descubrieron que podían pedir cualquier plato y se lo traerían enseguida. Por lo que enseguida cada uno disfrutó de su plato favorito. Pero en cantidad moderada, ya se llenarían del todo a la cena.

Cuando acabaron de comer unos avox, (un chico y una chica, más conjuntados imposible) recogieron todo y volvieron a "hacer desaparecer" la mesa después de limpiarla.

Cynthia y William se recostaron sobre la cama. Él, boca arriba con ella en su regazo con la cabeza apoyada en su pecho, mientras le acariciaba el pelo cariñosamente. Cynthia sonrió y se permitió disfrutar de sus caricias un tiempo, para que luego su rostro se tiñera de melancolía. No podía evitar pensar que en unos días, no sabe cuantos podría perderlo. Y ni siquiera era culpa suya, bueno ,un poco sí, sabía que probablemente él nunca fuera realmente para ella. Pero aun así no tenía nada que ver.
No pudo más y, con decisión, se lo preguntó.

– William— Este giró el rostro hacia ella, atento, esperando a ver que se escondía tras su rostro repentinamente serio. – ¿Por qué lo hiciste? ¿Por qué te presentaste voluntario? Tienes toda la vida por delante, puedes— volverte a enamorar, quiso añadir, más su subconsciente le impedía ni siquiera pensarlo. Era egoísta.

William detuvo sus caricias de golpe y el silencio se instaló entre ellos, un silencio tan largo que ella temió que le nunca le contestara, pero finalmente, firme y decidido tras observarla de arriba abajo, le dirigió una mirada cariñosa y protectora y dijo.

–Porque...no soportaría perderte sin luchar por impedirlo. — Cynthia no respondió, simplemente se quedó en silencio mientras lágrimas silenciosas bajaban por sus mejillas, era todo tan injusto, ¿Por qué tenía su nombre que salir elegido?

Sin embargo esa tristeza no duró mucho, gracias a las caricias de William. e permitieron dormirse y descansar en paz por una vez, sin pesadillas. Mientras William la observaba maravillado, parecía tan débil así, no había ninguna duda, tenía que hacerla regresar. Nunca se lo perdonaría si dejaba que esa delicada flor se muriera...


Unos golpes fuertes a la puerta lo desconcentraron, rápidamente se incorporó y despertó a Cynthia. Era Mystie que les venía avisar de que ya era hora de reunirse con sus mentores, Cashmere y Evans.

Al verla al despertar, Cynthia volvió a la realidad y se sintió culpable por el estado en que se encontraba, con ojos llorosos y temblando, ¿era así como pretendía ganar los juegos? ¿Realmente pretendía que solo por ponerse a llorar los tributos se apiadarían de ella? Al fin y al cabo solo querían volver a casa. ¿No quería ella eso también? 

Pensó en su familia, su madre que la llenaba de cariño, su padre siempre dispuesto a defenderla. El mismo que le había hecho prometer que lucharía por sobrevivir. Sus hermanos Esme y Zafir que la admiraban y adoraban a la vez. Y también, extrañamente, en Bryan y en la promesa que le había dedicado. 

"Necesito que luches. William, te ayudará a sobrevivir, por eso se ofreció voluntario. Pero tú, también debes poner algo de tu parte, ¿de acuerdo? No importa lo que tengas que hacer, lucha por ganar y no te rindas nunca. ¿Prometido?"

"Prometido" había jurado ella con convicción ante el chico, con más firmeza que nunca, entonces Bryan al ver su estado hizo algo que ella nunca imaginó, la abrazó.

"Vuelve" le susurró al oído y, finalmente, se separó de ella antes de partir.

Cynthia pestañeó y se espabiló mientras veía la acompañante marchar hacía la cena, ahora más que nunca estaba convencida, no podía rendirse.

- William, ¿puedes ir a mi habitación a buscar el maquillaje? No quiero presentarme así ante Cashmere. No me apoyará si cree que ya me he rendido. — Le pidió a su chico, William, simplemente sonrió orgulloso de que ella se decidiera a luchar por su vida, al fin.

Una vez listos y, con mejor aspecto que antes, se decidieron a encaminarse al comedor, Mystie ya había comenzado a comer y enseguida empezó a armar una disculpa. Mientras que Evans y Cashmere les habían esperado pacientemente. Parecían llevarse bien, a pesar de que Cynthia habría jurado que ella prefería estar con su Gloss, su hermano.

– Buenas, tardes. – Saludó Cashmere y les invitó a sentarse para comenzar a cenar. – Espero que hayáis disfrutado un poco de las comodidades de este tren. Soy Cashmere y este es Evans, somos vuestros mentores y nos encargaremos de sacaros vivos de la arena al menos a uno de los dos. Evans asesorará a William, y yo te asesoré a ti. —Cynthia sonrió, la sonrisa de Cashmere era bastante dulce a pesar de ser una vencedora. A creer que entendía su situación.

–Cashmere no tan rápido, al menos déjalos comer algo, ¿no te parece?— les interrumpió Mystie, haciendo que Cynthia incluso la odiase más. Esa mujer era la que les iba a hacer sobrevivir en la arena, sus consejos eran muchísimo más importantes que la comida. – Servíos, debéis de estar hambrientos por el viaje.

– ¿Qué es eso?— preguntó William, señalando un plato a su izquierda, que tenía la pinta de ser suculento.

- Canard a l'orange, en la antigüedad, antes de Panem, era un plato de un país hexagonal llamado Francia. Pruébalo, está buenísimo. — William le hizo caso y al meter el primer bocado en la boca sonrió y asintió.

– Tienes razón, está muy bueno. Mi madre no es muy amante de la cocina y estos manjares escasean. ¿Qué decíais antes de que nos animaran a cenar?— Mystie abrió grande la boca pero no dijo nada y, algo indignada, siguió cenando en completo silencio. Ante eso Evans sonrió y tomó la palabra.

–Hablábamos de tu asesoramiento y el de Cynthia. Comencemos por lo más básico, ¿Qué sabéis hacer?

–Yo soy un especialista en armas cortas. Cuchillos, mazas, espadas tanto de una mano como de dos, hachas y cosas así. Soy fuerte, así que no tengo problemas con el cuerpo a cuerpo. Ni con las lanzas, de hecho es lo único de largo alcance que manejo. Para el resto soy un desastre. — Contestó William enseguida, decidido y orgulloso.

 –Perfecto, ¿Y tú, preciosa?— Dijo Evans, más que satisfecho. William era con diferencia el mejor tributo que podría tener su distrito en años. Cynthia se ruborizó un poco, ya que no estaba acostumbrada a los cumplidos de otra persona que no fuera William y dijo:

–B-bueno a mi se me dan bien los arcos. La ballesta y la cerbatana. Mi especialidad es el largo y medio alcance, de cerca soy pésima, pero soy muy rápida y en la academia nuestra entrenadora no paraba de elogiar mi agilidad. También sé lanzar cuchillos— Ante eso Evans sonrió misteriosamente. – Aunque no lo he practicado mucho como para poder ser una experta. Prefiero la ballesta. Supongo que ya está claro, cual es mi arma predilecta, ¿no?

–Clarísimo, aunque yo te recomendaría que practicaras un poco los cuchillos en los entrenamientos. No podemos asegurar que haya ballestas en la arena. Bueno, ¿vemos las cosechas? Nos llegaron hace apenas una hora. – Ahí fue Cashmere la que habló. Asintieron y ella puso el video saltándose el uno, hecho que Cynthia agradeció, no quería verse sobre el escenario. Sabía que había estado patética.

En el distrito dos, llaman a una chica algo enclenque de catorce años, pero otra se apresuró en presentarse voluntaria. De diecisiete años, alta, esbelta, fuerte y atlética. Miller Clemer, cuya sonrisa sádica resulta incapaz de pasar desapercibida. El chico elegido, Robin, está preparado, salta a la vista y para mejor es su última cosecha. En el tres los chiquillos son tan insignificantes que ninguno les presta atención. En cambio, en el cuarto, sale una chica muy guapa de catorce años y un chico de quince. Los dos profesionales, aunque no parecen demasiado fuertes. Sean y Giannira.

Los otros distritos no ofrecen nada convincente y en el distrito siete, sale una niña de doce años.

El chico del ocho, sin embargo no estaba tan mal, por su actitud desgarbada y rebelde, parecía un delincuente. También era bastante guapo, quizás, si se olvidaba de insultar al capitolio, saliera adelante como un buen rival. Tanto su compañera como los tributos de los siguientes distritos pasaron desapercibidos, muchos temblaban y lloraban. Resultarían patéticos si no fuera por qué sabían que se dirigían a una muerte segura. En el distrito doce, salió una chica tan esquelética que Cynthia diría que los huesos se percibían a través de su piel. A saber como se tenía en pie. Y un chico delgado, aunque bastante fuerte, con rasgos parecidos a los de la chica. 

Cuando el mentor, borracho y tambaleándose como siempre, a Mystie se le escapó una risita al verle; quiso acercarse a ellos, él se apartó como si apestara. Enfocaron su cara con la cámara y a Cynthia le dio autentico miedo. Enfocaron el sello del capitolio y el video acabó.

–Bien— Dijo Evans, luego de apagar la tele. — No parece que este año sea distinto de otros. Tendréis que hacer alianza con los del dos y el cuatro si no queréis que os maten nada más salir de la cornucopia. Pero no os fieis de ellos e intentad no descuidaros. También habría que tener cuidado con el chico del ocho y el del doce. Quizás aguanten hasta el final.

–¿Quieres decir que no debemos subestimarlos?— Preguntó William.

- Exacto. — Contesto Cashmere. —Esta noche llegaremos al capitolio y seréis despertados al alba para que os reciban vuestros estilistas. Hagan lo que hagan no protestéis. Recordad que su trabajo os puede proporcionar miles de patrocinadores en un instante. Serán ellos los que os marcarán vuestro enfoque. Lo demás lo discutiremos mañana. Ahora, acostaros pronto. En el capitolio habrá miles de cámaras pendientes de vosotros, así que tendréis que estar desvelados ¡Buenas noches!

–¡Buenas noches!— Dijeron William y Cynthia, y se dirigieron a sus respectivas habitaciones. Mañana les esperaría un día muy largo.

1 comentario:

Queridos tributos, aunque me encanta que esteis aquí y me leáis, me gustaría aún más que me dejarais vuestra opinión. Es lo que me anima a seguir la historia más que nunca.^_^