Tributos

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Epílogo: La impulsora de un nuevo juego

Quisiera pedir perdón por no publicar, pero lo cierto es que lo hice adrede ya que los martes estoy bastante ocupada con clases mañana y tar...

viernes, 23 de noviembre de 2012

Capítulo 3: Despedidas. "No te rindas jamás."

Bueno gente, aquí está el capitulo tres, ¡al fin sabréis como le agradecerá Evans a William el haber salvado a su hijo de la cosecha. ¡Disfrutadlo!

Capítulo 3: Despedidas: "No te rindas jamás".


Estaba llorando, no podía evitarlo, durante el tiempo que se mantuvo en la plataforma había intentado mantenerse firme. Pero ahora, estando en el cómodo edificio de justicia, no encontraba razón para fingir que todo iba bien. ¿A quién quería engañar? No iba a sobrevivir.

Cuando ya llevaba unos minutos allí dejaron entrar a su familia.
 
– ¡Oh, mi pequeña!— Exclamó su madre y la abrazó llorosa, seguida de sus hermanos pequeños, Esme y Zafir. En el distrito uno no era extraño que los nombres de los niños fueran de joyas. Era una manera de honrar el distrito en el que vivían.

El padre de Cynthia se mantuvo algo más distante, a la espera de que se separaran. Cuando lo hicieron, él, simplemente, se acercó a su hija y dijo.

 – Sé que es difícil. Que el fin de los juegos va contra tus principios, pero me gustaría que intentaras ganar y salir viva de allí. 

–De acuerdo— Dijo Cynthia firme, a pesar de estar con los ojos llenos de lágrimas. Una cosa era ser consciente de que no iba a sobrevivir, y otra cosa era no hacer nada para intentarlo. Al fin y al cabo era profesional, ¿no? Podría resistir.

Entre gritos y lloros sacaron a su familia, y ella se acomodó para estar presentable en el tiempo que le quedaba, pues no parecía que fuera a entrar nadie más. Cynthia no tenía muchos amigos, no desde que se codeaba con William.

Por eso se sorprendió cuando la puerta se abrió, y dejó entrever al hermano de William, ¿qué querría?

– ¿Cómo está William?— Preguntó, simplemente, ella, al ver a Bryan acercarse.

– Firme e inquebrantable como una roca, no sé si realmente tiene confianza o está intentando tranquilizarme. Me ha enviado a reconfortarte.

– ¡Vaya!, ¡gracias! – Comentó Cynthia bromista, y algo sarcástica, Bryan amosó una sonrisa y luego se puso serio, mientras se acercaba a ella.

– Escucha— Dijo simplemente. — Necesito que luches. William te ayudará a sobrevivir, por eso se ofreció voluntario. Pero tú, también debes poner algo de tu parte, ¿de acuerdo? No importa lo que tengas que hacer, lucha por ganar y no te rindas nunca. ¿Prometido?— Cynthia no pudo evitar sentir el doble sentido tras esas palabras. Le estaba diciendo que si tenía que matar que lo hiciera, que nada estaba mal a la hora de sobrevivir. Pero, ¿sería capaz?

Y lo peor era que, además de afrontar que si quería ganar pronto tendría que renunciar a todos sus principios, tenía que afrontar, también, que William daría su vida por ella; para hacerla ganar.

Lo entendía, de estar en su lugar ella haría lo mismo pero aun así no podía evitar sentirse culpable.

Oh, sí, sin duda la suerte no estaba de su parte.


Por su parte, William se mantenía fuerte, con una máscara inquebrantable e incluso alguna sonrisa ocasional. Era consciente de que el peso de la impresión recaía sobre sus hombros. Cynthia no podría aparentar ser una asesina, ni tomando clases de actuación. Le tocaba a el asumir ese papel, ser fuerte por los dos.

La puerta se abrió y entró su familia, su madre estaba llorando desconsolada pero no se le acercó más de lo normal. Sabía que William era algo reacio al contacto físico. En lugar de eso se apoyó en su padre que observaba a su hijo, no muy contento

– ¡No puedo creer que fueras tu quién se presentara voluntario! ¿Por qué lo hiciste?— Preguntó su padre contrariado.

– Sabes por qué— Contestó William melancólico, con él no tenía por qué fingir. Su padre asintió.

– Entonces... ¿Esto es un adiós?— preguntó

– Tal vez. — Dijo simplemente William, su hermano se acercó entonces a él procurando mantenerse firme.

– Prométeme...— Inspiró hondo. – que no te rendirás jamás. No importa lo que le pase a Cynthia, si no puedes traerla de vuelta, ¡vuelve tú!— Le pidió.

– Yo... Lo prometo— Juró William y entonces entrevió las lágrimas bajando de los ojos de su hermano. — ¡Vamos!— Exclamó dulce y le limpió las lágrimas. – No llores. Sé fuerte, quizás vuelva. — sonrió. –Y ahora límpiate esas lágrimas y ve a reconfortar a Cynthia. Creo que no ha dejado de llorar desde que estoy aquí. Puede que consigas convencerla de no rendirse. 

Su hermano obedeció y poco después se fue, seguido de sus padres. William se acomodó en el sillón a esperar hasta que lo recogieran, pues no esperaba que entrara nadie más.

Inconscientemente, se preguntó si Cynthia había dejado de llorar. Quizás aún se podría sacar algo de ella entonces, si se realzaba su peculiar belleza. Aun así no sabía si el romance les resultaría provechoso, quizás les restase puntos. Al fin y al cabo nunca se había visto nada semejante en los juegos, menos entre los profesionales. Ellos eran los fuertes, los que no se dejaban debilitar por los sentimientos, los que hacían todo por ganar y alcanzar la gloria...

El ruido de la puerta abrirse lo alejó de sus pensamientos, y sobresaltado se incorporó del sillón. Un chiquillo se acercó al él, el niño que había estado antes que él sobre la plataforma. El hijo de Evans. Al verlo, William no pudo evitar pensar que parecía una versión más pequeña y débil de su padre.

– Gracias por salvarme. Ya sé que no lo hiciste por mí, pero aun así gracias. No estaba preparado para los juegos. — Dijo John.

– Ninguno a tu edad está preparado. — Dijo entonces, William. John asintió e inspiró hondo acercándose, era mejor decírselo cuanto antes, era una buena noticia.

– Escucha— Comenzó. – Debes esforzarte para que este año sea tu distrito el que se alce con la victoria. No importa que seas tu o Cynthia, solo haz que triunfemos. Mi padre será tu mentor este año. No lo rechaces. Es su modo de darte las gracias— Sonrió. – Todo saldrá bien. Sois profesionales, no tenéis nada que temer. — William sonrió con seguridad para luego preguntar un poco preocupado.

– Oye, pero, ¿no lo echarás de menos? No me gusta nada la idea de que vuestra familia se separe, por más que tu padre quiera ayudarme. 

– ¡Oh!, no te preocupes, mi madre es capitolina. Nos alojaremos en su casa del capitolio. Veremos los juegos en gran pantalla e incluso podremos apostar por vosotros. ¡Os haremos triunfar!— La sonrisa de William se ensanchó, era bueno saber que la gente confiaba en ellos, pero era aun mejor saber que entre esa gente había personas dispuestas a todo por ayudarle.

– ¡No lo dudo! — Aseguró entonces, confiado y algo presuntuoso.
Y después de esas tres palabras, el niño partió contento, no sin asegurarle que apostaba por el. William lo observó partir, sonriente. Parecía tan bueno e inocente... Era algo que se echaba de menos en su distrito, donde los niños entrenaban para los juegos desde que tenían uso de razón. Era bueno de ver.


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Espero que os guste. Y por cierto, bienvenidos Katniss y Aitor, gracias por unirnos y gracias a todos los que comentáis y afiliáis este blog. Es bueno saber que mi historia llega a más gente. ^_^

¡¡Hasta la próxima!! :D

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